Cuanto mito hay alrededor de las fantasías sexuales de las mujeres, eh? Que un negro con calce XL. Que una fiesta de adoración rodeada de aborígenes viriles, aseados y hermosos que tántricamente nos poseerán en forma ordenada y cálida. Que un par de mujeres estimularán nuestra zonas erógenas acertadamente sólo por conocimiento por paridad de género, entregándonos a un macho portador que mira y se excita esperando el turno de satisfacernos ampliamente por autopista y colectora...
Cuánto mito!!! Cuán lejos de la imaginación austera que nos ha quedado con el suceder de los acontecimientos de la vida cotidiana...
No es que Ella reduzca sus fantasías a cerrar los ojos y creer que justo ahí está George Clooney, pero la cuestión de tener que programar y estudiar tanto los momentos complica las cosas.
Ahora para dedicarse a una maratón Ella tiene que despachar a la cría. Y son dos. Nada de un ataque de pasión en el auto porque primero hay que desplazar los cochecitos que los niños dejaron por ahí, sacar las sillitas de viaje y pasarlas al baúl y, por supuesto, no olvidar ni una media en el embate.
Los consejos de la Rampolla no aplican a casados-con-hijos. Imaginate que te compraste un par de “juguetitos”... a dónde los guardás? En la mesita de luz... y un lunes llegás a casa y están tus hijos con un amiguito que vino de visita y con “eso” en la mano. No, la mesita de luz no. En el costurero... no, tampoco, mirá si un día van a buscar la tijera. En el botiquín del baño... no, capaz que necesitan una curita y lo ven. En la parte de arriba del placard... Ah, no... ahí escondés los juguetes que les quitás cuando no quieren guardar... Ya sé! Adentro de una valija con candado y llave en la baulera del subsuelo del edificio. Listo. El día que lo quieras usar lo vas a buscar, te vas a la baulera donde siempre es sencillo encontrar algo y cuando volvés, sucia y transpirada, tu marido ya se durmió. Acordate de volver al subsuelo a guardarlos, eh? No los vas a dejar en la mesita de luz.
No es fácil. Y los extras para la producción no son económicos, y te empieza a picar la conciencia, no por la distribución del ingreso, sino por la distribución del gasto. La cofia de mucama o los Gogos que pidió el mayor? Un par de esposas y el látigo o las figuritas de Toy Story para el chiquito? Visitamos el sex shop o aprovechamos la oferta de la Master Card y cambiamos las cuatro almohadas? Y vos te querés disfrazar... Fijate, quizás puedas reciclar lo que te sobró de la fiestita de Halloween del jardín de mini-Mi.
Ay! Ay! Las fantasías... temo que con los años se reduzcan a soñar con el segundo orgasmo en una noche... O con uno... Menos mal que aún falta mucho para eso. Creo.