viernes, 27 de mayo de 2011

Re: Arroz con leche

En cambio Ella sí sabe tejer. Y teje muy bien. Dos agujas. Crochet. Telar. No sólo eso, a Ella le encanta tejer. Es, como te diría… el momento zen en mi haber. Lo que odio es coser. Y bordar ni te cuento.
Cuando terminé el colegio primario y logré aprobar “Labores y Manualidades” bordando en punto yerba cuatro individuales, le declaré la guerra personal al costurero. Aún recuerdo las palabras de la Hermana Manuela diciendo “Hija, Dios nos ha dado un rol en el mundo, nos toca con abnegación aceptar y bordar. Así de inútil no serás buena esposa ni buena madre”.
Desde ese día no he vuelto a agarrar una aguja de coser ni para pegar un botón. No sólo como cuestión de principios, sino porque además, me quedan torcidos. O flojos y colgando. O tan apretados que no puedo pasar el ojal.
Durante años he pegado ruedos con plasticola y levantado dobladillos con abrochadora. Ella ha buscado marido que supiera coser y ha llegado a la oficina con el botón en la mano para que alguna compañera de trabajo solucionara el inconveniente. Madre y hermana han resuelto los conflictos restantes.
Así hasta que viene la notita del colegio diciendo que tienen que llevar un pañuelo celeste para el cuello. En el 2011 esas cosas se compran. Negocio de boludeces de moda, cotillones, casas de uniformes… Nada. Y bueno… mercería. Tafeta doble ancho, medio metro. El marido de Ella sabe coser y lo puede resolver en dos minutos.
Salvo que se enferme. Y hombre enfermo no sirve para nada. Menos para coser.
Vos qué hiciste el domingo? Ella cosió un pañuelo celeste.
Puteando en arameo me reencontré con el costurero previo té de Tilo.
Tela doble ancho, hay que coser tres lados, dar vuelta, planchar. Metro y medio de punto atrás. Usé la hebra bien larga y me retumbaban las religiosas palabras en el cerebro: “Hija, esa es la hebra de María Hidalgo, que se cosió toda la camisa y le sobró algo”. Y cuando terminé, no rematé, hice un lindo nudito, Hermana Manuela. De rebelde, nomás. Y lo planché. Pero en el colegio no me enseñaron a planchar y lo quemé. Ella no sabía cómo se achicharraba la tafeta. Ahora lo sabe.
Y bueno… igual que vos, descosí el metro y medio de punto atrás cual Penélope y, aprovechando el famoso doble ancho, corté un cuadrado por el centro de la tela. Dos metros de dobladillo. Menos mal que me tomé el tilo.
Si supiera a dónde está la Hermana Manuela iría a contarle que ha cumplido su misión. Ella pensó que jamás en la vida iba a volver a usar una aguja. Pero el amor de madre pudo más. Esta oveja descarriada, treinta años después, supo cortar, vainillar, coser punto atrás sin enredar y hacer dobladillo sin que se note la puntada del otro lado. Gracias Hermana, eh? Igual, aquello de inútil no me gusto.

Arroz con leche...

Te digo algo? Tengo limitaciones. Debo admitirlo. No soy tan perfecta como a Mi me parecía, creo.
No sé coser, no me gusta bordar… malísimo. No sé tejer!!!
Estuve intentando arrancar una bufanda. No está re de moda andar con algo tejido de tu propia producción?!
Bueno…
Elegí dos agujas n° 5. Puse los puntos. Puse 20. Hice 15 vueltas de punto arroz. Malísimo. 20 de ancho era como para una de las Barbies de mini-Mi. Destejí.
Puse los puntos. Puse 75. Hice 3 vueltas de punto arroz. Horrible. 215 ‘derecho, revés’... Un dolor de huevos! Además, ahora quedó tan ancha que no pasé de esa 3° vuelta. Estuve pensando en destejer y cambiar a agujas n° 14. Pero pensé tanto que me aburrí. Y abandoné.
Quién sabe cuándo la retome, no?
Probablemente dentro de dos inviernos la encuentre en el placard y me den lástima los 320 pesos que invertí en la lana de oveja natural, artesanal, hilada a mano con cinta de seda y otra vez desteja para cambiar el plan.
O sea, tengo el síndrome Penélope. Y jamás de los jamases termino el tejido. No hay nada más que un morral de hilo hecho a crochet de cuando tenía 15 años y frecuentaba las ferias hippies en mi haber. Ni te cuento la cantidad de ropa que he recortado en raptos de falsa diseñadora de indumentaria que así quedó, hasta que fue a parar al tacho de los trapos para limpiar los vidrios, eh?
Cada vez que me toca coser un botón, descubro que soy pésima. Sobre todo en calcular la cantidad de hilo necesario. Empiezo quedándome 'corta'. Y no llego a poder pasar la aguja para el otro lado para rematar ni hacer el nudo. Sólo queda cortar, descoser y volver a comenzar. Ahí es cuando me quedo ‘larga’ y cuando quiero pinchar por 2° vez noto que tengo 90 cm de hilo enredado y me queda un nudo. Otra vez a cortar, descoser y pedir ayuda.
Obvio, lo bueno de padecer estas frustraciones en el 2011 es que los maridos hace unos años varios que vienen programados correctamente. El mío, por suerte, no sólo plancha camisas sino que cose botones (y elige los tamaños correctos, no como yo que le he puesto al guardapolvo de sala verde un botón de montgomery).
Bueno, che, me dedico a lo mío y punto. Y de última, para que lo anoten mis abuelas: casarme ya me casé.
Ahora… para ir a jugar yo sé abrir la puerta, eh?

martes, 24 de mayo de 2011

#ponele8

Supongamos que tengas que pagar la boleta del cable que tenés adherida al débito automático pero que no te haya entrado el pago por quién sabe qué cuestiones administrativas entre la operadora de tv y el banco. Imaginemos que, para cuando la empresa te llame para reclamar, la factura  ya esté vencida y, supongamos también, no lo hubieses notado porque nunca antes habías tenido inconvenientes. Sospechemos, entonces, que eso así vencido sólo se pueda pagar en ventanilla. En ventanilla en las oficinas comerciales de tu operadora de televisión por cable, eh? Y la oficina comercial más cercana a tu domicilio (laboral, personal, da lo mismo ya) está a 45' en transporte público, el horario de atención para cobros es únicamente del 1 al 5 de cada mes, entre las 10 y las 14 hs, con talón de pago en mano y libreta de vacunación. Mmmjm. Pensemos que hacemos el periplo de acercarnos con la mejor onda del mundo hasta ahí y pagar. Y cuando, después de cuatro horas de excursión, volvamos… imaginemos que nos llaman del banco y nos dicen que sí, que entró el pago. Tarde pero entró. Por error del sistema, ponele.