viernes, 24 de junio de 2011

Ando ganas

Dicen por ahí que si trabajás en lo que realmente te gusta, entonces, no trabajás. Dicen. También dicen, porque la gente dice muchas cosas, que del dicho al hecho hay un largo trecho. Y se ve que los que dicen lo primero son los Montesco y los que dicen lo segundo son los Capuleto.

Ella es de los Capuleto. Y el trecho se va ampliando con el tiempo. Claro, cuando uno está en la Universidad sueña con salir y tocar el cielo con las manos. No importa lo que estudies, eh? Es parte del folclore. Nadie se pone a estudiar pensando en que luego va a ser ama de casa, ni taxista, ni data entry, ni vendedora en local de shopping. El punto es que mientras te quemás las pestañas vas tratando de “ubicarte” en algún lugar que te permita crecer cuando te recibas. Y vas haciendo carrera. Primero te pagan dos mangos porque sos estudiante y cuando te recibís te pagan dos mangos porque sos Junior. Pero no importa. Te la bancás y seguís porque el que está arriba en el organigrama te dice que ya vas a llegar. Y vos lo ves y querés ser así. Juez. Jefe de cirugía. Consultor Senior. Ingeniero director de obra.

Entonces van pasando los años. Y de repente, mirás para atrás y ves que desde que te recibiste creciste. A lo ancho. De cintura y de cadera. Finalmente te ubicaste. Te ubicaste bastante lejos de la oficina lo que te permitió hacer carrera a diario corriendo el bondi para llegar temprano. Y ya no sos Junior, pero tu sueldo sí.

Y ahí es donde Ella, Ella Capuleto, mira el trecho que la separa de lo que le gusta y la ve a Bigote, que en los libros de la facu no estaba. Si Ella la hubiera visto aunque sea en fotos hubiera cambiado de Económicas a Veterinaria o a Odontología, ponele. A veces tengo ganas de renunciar y ponerme un centro de belleza y esperar a que se venga a depilar para hacer como la de la publicidad del banco. La viste? La agarro y le hago bozo y cavado de un solo tirón. Aunque pensándolo bien, para sacarle los tegobi voy a necesitar más de una sesión. Quizás tanto como las que Ella necesitó de terapia para superar su existencia.

A pesar de su presencia diaria en el escritorio de enfrente, durante mucho tiempo pensé que podía cambiar el mundo y Ella pensaba que el mundo entraba en el edificio corporativo y resulta que esto no es más que una gran extensión de tierra sostenida por cuatro elefantes parados sobre una tortuga gigante. Asomando la nariz, debe haber otras experiencias, un mundo nuevo. Tengo la leve sospecha de que la tierra es redonda y Ella está teniendo ganas de llevarle un huevo a la reina. Quizás esté a tiempo de tocar el cielo con las manos.

Una cuestión de actitud

Ella: Ella tiene ganas de patear el tablero. Hace mucho que no lo hago. Me están provocando, eh?

Mi: es tiempo de patear... y meter un par de fichas en culos ajenos! Pará que tomo carrera.

Ella: Ella primero va a patear y después va a correr. Lejos.

Mi: nah, a Mi me dan ganas de correr, patada y giro! ♪ tipo coreo del 'Bailando'

Ella: AHHHHH!!!!! Basta de Tinelli!!!!!!!! No es hora de que vaya cambiando? No lo soporto más. Ella hace zapping y él siempre está.

Mi: No es hora de que Ella deje de quejarse!?

Ella: Ella no se queja. Ella opina. Creo que es diferente. O no. No sé.

Mi: Así que Ella opina que, para ir cambiando, es hora de patear...

Ella: Ponele
Ella: No hay forma de patear el tablero y volver a la misma situación de partida.
Ella: Yo pateo. Tu pateas. Los otros se agarran la cabeza.

Mi: Es la hora es la hora! Es la hora de patear! ♪ ♫

Ella: Bueno... Pero no vamos a patear en pantuflas. Mínimo borcegos o zapato de seguridad industrial.

Mi: Vamos a patear en taco aguja!
Ella: Con taco aguja, pisotón.

Mi: El taco en la frente no da!?

Ella: Patada ninja. Digamos que tiene estilo.
Mi: Entonces patada y la del ninja blanco! Bomba de humo para desaparecer...

martes, 21 de junio de 2011

#ponele12

Me duelen hasta los mocos. Tengo un resfrío tamaño XL.
Estoy sorda de un oído y me llora un ojo. Me cae agüita, no alcanzan los tissue. Llaman por teléfono y el eco del tubo me destapa violentamente el oído tapado y pierdo la estabilidad, me mareo. Pero se me vuelve a tapar. Ando dándole lindo a la cremita boliviana… Ya estornudé cuatro mil veces sobre el teclado y lo tuve que limpiar con el alcohol en gel que nos encanutamos en el armario después de la Gripe A.
Lo bueno es que cuando llegue a casita me voy a dar un baño de vapor intenso. Así me golpean la puerta 78 veces para que los deje ‘hacer pis’ y termino saliendo toda húmeda a putearlos en cuatro idiomas.
Allá me espera mini-Mi para practicar flauta dulce porque mañana hay clase abierta de música. Los perros también esperan ansiosos el momento para poder aullar.
No sé, igual necesito meterme en la cama. Aunque me vengan a tocar una serenata un conjunto de mariachis locos.
Está siendo hora de irme a casa, ponele.