viernes, 8 de octubre de 2010

Desperate housewives

El otro día leí una nota en la que comentaban que Doña Petrona había elaborado un plan para que la mujer se organizara de manera tal que al cabo del día hubiera dado vuelta la casa y todo funcionara como una orquesta. TE-RRI-BLE!!! (Leela, no tiene desperdicio). Aunque quizás funcionara en esa época, si Ella tuviera que hacer tooooooooooooooooodo eso ahora y además trabajar 9 horas y viajar 3 necesitaría días de 48.

El punto es que la única forma que encuentro para que la casa “corra sobre rieles” es ser el director de esa orquesta y eso me cuesta, además de una bronca bárbara, alguna que otra discusión semanal, cruce de miraditas de “mamá está loca” y la pregunta de “para qué me casé”. Suerte que por lo menos esa respuesta la encontramos seguidito…

Puede ser que esté loca como piensan, puede ser que sea TOC como dicen, pero mis pequeñas obsesiones cotidianas me sirven para reemplazar al robot que imaginaba Doña Petrona. Y así, les hago guardar la ropa para lavar en bolsas diferentes según se trate de ropa de niños, de ropa blanca, delicada, negra, de color, o de cocina. Cuando lo hago, no puedo evitar recordar que me río de tus cubiertos ordenaditos tenedor con tenedor, cucharita con cucharita, cuchara sin cucharón. Estaremos CLA-SI-FI-CA-DAS? Y tengo un pizarrón en la cocina con el listado de comidas para asegurarme de que coman carne, cereales, verduras y pescado en su justa medida y armoniosamente. Casi como tus esquemas semanales para organizar tus comidas, las de él y las de la pequeña-Mi incluyendo vianda, desayuno, merienda y alacena del laburo. Seremos MA-NI-A-CAS? Y en el armario de los productos de limpieza hay una lista de stock con lo que hay y lo que falta para que sea más fácil organizar la lista del super. Igual que tu alacena de los envases cerrados separados de los envases abiertos. Y en casa los juguetes se guardan cada uno en su caja: los autitos con los autitos, los rompecabezas con los rompecabezas, los ladrillitos con los ladrillitos. Y las medias en el cajón de las medias, y las remeras en el estante de cada quién, y el azúcar lejos del jabón y la lavandina fuera del alcance de los niños. Así y todo, no es tan terrible como tus perfumes: los de verano separados de los de invierno, los altos atrás, los bajitos, adelante. Disculpame pero eso para Ella es too much, a pesar de que compartimos la terrible chifladura de ordenar en las billeteras “cada San Martín con su San Martín”.

Todo eso es el hazmereir de unos cuantos y el hazmellorar de Ella, pero la ropa está lavada, la comida preparada sin repetir y sin soplar, nunca se me pierde un billete y las compras se hacen en un periquete (por Internet, obvio).

Claro, eso revienta. Algún día revienta. Porque Ella es obsesiva, pero no es una máquina. Y cuando explota, salpica. Cuidado, algún culpable va a sangrar.


Desperate housewives en youtube.

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