viernes, 22 de octubre de 2010

...amanece con niños

Me hiciste ir a revisar el cajón de los camisones... Sí, ahí están los camisolines. También los conjuntos de encaje, los portaligas y algún atuendo “especial”. Estar están. Lo que Ella además pudo ver es que se están poniendo algo amarillos.
Y estaba pensando que la diferencia no la hace la cantidad de hijos, sino el simple hecho de que están ahí. Uno, dos o seis.
Ya con el primero cerrás la puerta, sin llave, pero con el perchero atrás así, si la abren, entre el ruido y el susto, mínimo te tapás. Lo del mute es relativo, si se te escapa algún sonido, a las edades de los míos todavía les podés decir que te dolía la panza o que te golpeaste el dedo meñique del pie con la pata de la cama, todo dependiendo de la intensidad del sonido que se te escape.
Lo de las maratones fílmicas de punta a punta del departamento ya fue. Ahora son superproducciones estelares y exclusivas ALGUN sábado en que lograste colocarlos con los abuelos. El mañanero tenés que adelantarlo bastante, porque entre el mañanero y el laburo, está el cole de los pibes. El furtivito se va complicando, arrancarse la ropa e ir dejándola tirada por el piso sería como dejarle piedritas a tus Hansel y Gretel para que lleguen al dormitorio y te sorprendan en pleno clímax.
Del calendario tenés que descontar los días que tienen fiebre y se pasan a la cama de Ella, ‘ESOS’ días, los días que tienen pesadillas y te piden que te quedes en su cuarto, los días que El se queda a trabajar de madrugada para que alcance la guita para pagar el colegio con el campamento de fin de año inclusive… Pero no te deprimas, no todo está perdido, podés descubrir posiciones nuevas bajo las sábanas y darte cuenta de que aún conservás algo de flexibilidad. Podés agarrar cierta habilidad para no tropezarte con el perchero que pusiste detrás de la puerta cuando quieras ir del cuarto al baño a lavarte semi-en-bolas. Te vas a dar cuenta de que aún, ese hombre que tenés al lado, te sigue dando ganas de darle con todos esos contratiempos, con la bombacha de algodón en lugar de la encaje y quizás EL con las medias puestas para no perder tiempo en sacárselas.
En fin, es bizarro, pero tiene su encanto. Mientras que en el cajón de Ella no aparezcan corpiños reductores y trusas, creo que está todo bien. Y sí, garchar es lo de menos. Lo importante, aunque se despierten, es que ellos están ahí.

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